El miedo lleva a la ira

Cuando en los medios de comunicación sale alguna noticia sobre religión, rara vez tiene un carácter positivo. Como es de esperar, el caso de la religión islámica no es una excepción, pero tiene un matiz crucial: el discurso mantenido por los medios en los últimos años identifica el Islam con dolor y asesinatos. Esto es peligroso, porque si no se enfoca de manera correcta y no se hace un buen examen de la situación, se corre el peligro de ir poco a poco generando un ambiente de hostilidad hacia dicha religión que puede desembocar en islamofobia.

Es tarea de los medios elaborar un discurso que separe Islam y muerte, pues el Islam no es reducible a muertes y refugiados. A este hecho, que ya hemos visto que no está siendo tratado de la mejor manera posible por el común de los medios, se suma un segundo que se ha desarrollado de manera alarmante en los últimos años: las redes sociales.

«Estamos hablando y opinando sobre el sufrimiento de personas y familias concretas que ni se van a sentir mejor por leer una serie de tuits de apoyo ni ven con buenos ojos la divulgación de cierto contenido…»

Merece la pena analizar las diversas respuestas que se dan en las distintas plataformas cuando tiene lugar un atentado. En esta ocasión, nos centraremos en Twitter:

La reacción en bloque en esta red social al recibir una noticia de este calibre resulta ensordecedora. Miles de tuits cargados, en su inmensa mayoría, de odio son lanzados mediante hashtags. Se podría decir que la islamofobia está, por desgracia, muy presente en esta red social en particular. Estas reacciones no son justificables, menos todavía si se trata de actitudes deleznables tales como la difusión de vídeos con violencia explícita o imágenes de víctimas fallecidas.

Parece que olvidamos que independientemente de nuestro enfado, impotencia o frustración, estamos hablando y opinando sobre el sufrimiento de personas y familias concretas que ni se van a sentir mejor por leer una serie de tuits de apoyo ni ven con buenos ojos la divulgación de cierto contenido en los que posiblemente aparezca algún conocido suyo. Es necesario mencionar también la negligencia que se extiende en las redes, como por ejemplo la que hubo en los atentados de París, concretamente en la sala Bataclan.

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Fachada del edificio Bataclan. Fuente: Google Maps.

Lo que sucedió en esta sala de conciertos fue una desgracia, un horror que luego continuó en Twitter. Sin embargo, no todo es malo, pues ante una situación de estas características siempre hay ciudadanos dispuestos a sobreponerse y ayudar, los cuales también emplearon Twitter como medio para llegar a más gente bajo el hashtag: #PuertasAbiertas.

Esa noche se produjeron graves errores periodísticos que provocaron una confusión mayor en las redes. La efervescencia de las redes y las ansias de los periódicos por publicar un
contenido que satisfaga a la creciente demanda dieron lugar a una serie de fallos que sin lugar a duda se podrían haber evitado. Pongámonos en la situación de los miles de tuiteros que durante horas recibieron una serie de información confusa y errónea que les llevó a acrecentar el desconcierto general.

 

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Esta imagen muestra el supuesto apagón de la Torre Eiffel en la noche del atentado. Dicho monumento apaga su iluminación todas las noches.
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Poco tiempo después de la publicación de esta imagen se desmintió que el hombre que aparece fuese un terrorista.  Se trataba de un periodista freelance.

 

Como cabe esperar, cuando tiene lugar un acontecimiento que estremece de una u otra manera a la sociedad en su conjunto, parece obvio que la comunidad digital se agita en su totalidad. No obstante, no podemos permitir que la tensión del momento nos domine, ni como usuarios de una red social, o como profesionales de la comunicación. Llevar a cabo un periodismo riguroso, claro y bien fundamentado en estas situaciones no es fácil, pero no imposible. Si no ponemos el debido cuidado en esta cuestión, es muy fácil que nos dejemos llevar, y, como ya hemos visto, el miedo lleva a la ira.

Eduardo Jiménez Zorita.

Fotografía: Unspalsh.

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